Los medios parecen jugar con nuestra supuesta fascinación por las acciones violentas, maliciosas y perversas. Se habla muchos más de un delincuente que ha cometido un delito horrible que sobre un voluntario que ayuda a los ancianos. Quizá esta fascinación surge debido al choque que sentimos por las atrocidades que se desvían tanto de nuestras acciones normales.
Noticias repetidas sobre violencia han tenido un impacto directo en nuestras mentes. Durante décadas los investigadores de la Universidad de Pennsylvania han estudiado los efectos de la televisión en el público. Sus resultados muestran que la gente que mira constante acciones negativas en la televisión desarrolla una predisposición para actuar de la misma forma.
También han descubierto que cuanta más televisión vemos, más empezamos a pensar que la gente es egoísta y nos engañaría si tuviera la oportunidad. Mucho antes de la era de las telecomunicaciones, Cicerón señaló que «si nos obligarán, en cada instante, mirar o escuchar eventos horribles, este flujo incesante de impresiones detestables nos privaría incluso al más humano de mostros de cualquier respeto por la humanidad.”
En contraste, cuando los medios de comunicación hacen esfuerzos para mostrar los aspectos generosos de la naturaleza humana, aquellos que lo ven se identifican fácilmente con este enfoque positivo. La reciente serie «CNN Heroes» tiene mucho éxito. Este programa presenta perfiles e historias de personas que a menudo son muy humildes y desconocidas que han llevado a cabo proyectos sociales nuevos y útiles, o que están totalmente inmersos en la defensa de las causas justas.”
Las tragedias y la violencia hacen los titulares y están en primera plana de las películas y la ficción. Cuando hablamos de una película de «acción» nos referimos a que los protagonistas se matan entre sí desde el principio al final de la película. Un estadounidense de 20 años de edad habrá visto un promedio de 40.000 muertes ficticias en televisión (8.000 antes de cumplir los 12 años) mientras que, por suerte, solo algunos de nosotros será testigo directo de un asesinato real.
Así que no debemos sorprendernos de que suframos de lo que se ha venido a llamar «síndrome del mundo malo». Este término implica que vivimos en un mundo esencialmente hostil poblado por individuos egoístas que solo se preocupan por sus intereses, incluso si eso significa sacrificar el bienestar de los que están alrededor.
Es esencial que los medios muestren una visión más realista de las cosas y destaquen las incontables acciones en nuestra vida cotidiana que demuestran amabilidad, ayuda, cooperación y solidaridad.