¿Qué sacia mejor las aspiraciones humanas? ¿la ciencia? ¿la espiritualidad? ¿el dinero? ¿el poder? ¿el placer? Nadie puede contestar a esta pregunta sin cuestionarse antes cuál es el deseo más profundo del ser humano y qué finalidad tiene la vida. El budismo responde subrayando que, en resumidas cuentas, lo que todos ansiamos en esta vida es la felicidad. Pero conviene recalcar la importancia de no menospreciar la simplicidad, aparente, de esta observación. La felicidad, tal y como la entiende el budismo, no se limita a una sucesión de sensaciones agradables. La felicidad es poder vivir de tal forma que nuestro todo se compenetre con la naturaleza más profunda de nuestro ser.
Felicidad es saber que podremos desarrollar en nuestra vida el potencial que todos tenemos y entender la verdadera y única naturaleza de la mente. Para alguien que sabe cómo darle sentido a la vida, cada instante es una aproximación al objetivo. No saber cómo hacerlo genera desesperación y una sensación de futilidad que puede llevarnos a la desesperación.