La iluminación es un estado de conocimiento o sabiduría perfectos, combinado con una compasión infinita. El conocimiento, en este caso, no significa simplemente la acumulación de datos o una descripción del mundo de los fenómenos hasta en los más finos detalles. La iluminación es un entendimiento tanto del modo relativo de la existencia (la manera en la que las cosas se nos aparecen) como del modo último de la existencia (la verdadera naturaleza de estas mismas apariencias). Esto incluye nuestras propias mentes, además del mundo externo. Ese conocimiento es el antídoto básico contra la ignorancia y el sufrimiento.
Pero al decir ignorancia, no hablamos de una simple falta de información. Más bien, hablamos de una visión distorsionada de la realidad que nos hace pensar que lo que vemos a nuestro alrededor es permanente y sólido, o que nuestra «individualidad» es una entidad real y autónoma. Esto nos lleva a confundir los placeres efímeros o el alivio del dolor con la felicidad duradera. Esa ignorancia también nos hace tratar de erigir nuestra felicidad sobre el sufrimiento de otros.
Nos atrae lo que satisface nuestro ego y rechazamos lo que pueda dañarlo. Así, poco a poco, creamos una falsa ilusión mental cada vez mayor hasta que nos comportamos con total egocentrismo. La ignorancia se perpetúa a sí misma, y nuestra paz interior se destruye.
La forma de conocimiento del budismo es el antídoto final contra el sufrimiento. En este sentido, parece que conocer el brillo de las estrellas o la distancia entre ellas puede ser de gran interés en sí mismo, pero no puede enseñarnos cómo llegar a ser mejores personas.
Una vez, un hombre le formuló al Buda algunas preguntas sobre cosmología. En respuesta, tomó un manojo de hojas y preguntó: «¿Hay más hojas en mis manos o en el bosque?». «Hay más en el bosque, por supuesto», respondió el hombre. El Buda continuó: «Bueno, las hojas que tengo en la mano representan el conocimiento que lleva al fin del sufrimiento». De este modo, el Buda mostró que ciertas preguntas son superfluas. El mundo tiene infinitos campos de estudio, tan numerosos como las hojas del bosque. Pero si lo que deseamos más que ninguna otra cosa es la Iluminación, es mejor concentrarse por completo en ese objetivo y reunir solo el conocimiento que es directamente relevante para nuestra búsqueda.