Leonardo da Vinci apuntó en sus cuadernos: «Llegará el momento en que gente como yo verá el asesinato de un animal de la misma manera que ven hoy el día el asesinato de un hombre.» Y George Bernard Shaw dijo, «los animales son mis amigos, y yo no me como a mis amigos.” No se trata de negar que hay diferencias de inteligencia entre los animales y los seres humanos y que relativamente hablando la vida humana es más valiosa que la vida de un animal. ¿Pero por qué el derecho a la vida debería ser una prerrogativa exclusiva de los seres humanos?
Todos los seres vivos quieren ser felices e intentan evitar el sufrimiento. Por lo tanto, asumir el derecho a matar animales de a miles de millones durante todo el año (tan solo en EE. UU. se matan anualmente 10 mil millones) no es más que la ley de la selva. Hace solo unos siglos, el comercio de «oro negro» (esclavos del África negra) era considerado aceptable. En la actualidad aún existe la esclavitud en India, Pakistán y Sudán; se venden niños para que trabajen en fábricas o en los campos, y chicas jóvenes para que se prostituyan. Pero en el resto del mundo y generalmente hablando, la esclavitud se considera una abominación.
¿Qué hace la gente cuando es explotada u oprimida? Se organizan, forman gremios, protestan y se rebelan. Los animales son incapaces de hacen nada de esto, así que son exterminados. Esto debería replantearse por completo.