Imagínate que estas en una cena con amigos y el plato de carne está tan delicioso que pides la receta. Tu anfitrión responde: “Oh ese era nuestro perro. ¿Recuerdas a Toby? bueno, ahí está». De repente la carne se te atasca en la boca y te sientes disgustado y profundamente turbado.
Esta situación ocurre en Corea del Sur, China, Vietnam, Indonesia y algunos otros países asiáticos. Si, recientemente se me ha pedido que comente sobre una petición de Corea del Sur, firmada por 15.000 personas, para detener esta práctica. Se estima que 2,5 millones de perros y miles de gatos son sacrificados brutalmente y comidos en Corea del Sur anualmente y, en el resto Asia, esta cifra aumenta a más de 30 millones.
En ciertas culturas asiáticas, no sólo comen perros, sino que también los someten a crueldades terribles. Según una creencia popular si el perro es torturado antes de ser matado su carne es más sabrosa. No es raro colgar a perros por sus patas traseras y golpearlos severamente antes de ser cortados en pedazos y sumergidos vivos en agua hirviendo. A veces son desollados vivos. Sus pieles se quitan de arriba abajo, igual que una persona se quitaría la ropa.
Investigadores de la organización de derechos de los animales, One Voice, han informado ver a gente en un restaurante golpeando a un perro encorvado y gimiendo con un palo hasta perder el conocimiento. Luego lo sangraron afuera en la acera. Su sangre se extendió bajo jaulas llenas hasta reventar de perros aterrorizados esperando a someterse al mismo tratamiento. Si alguien no está aún convencido, mira este video tan terrible que me han enviado sobre la industria de carne de perro de Corea del Sur a través del sitio de Change.org:
https://www.change.org/p/the-venerable-matthieu-ricard
Los perros que se crían en granjas de perros viven en condiciones miserables. En Corea del Sur, el consumo de carne de perro es ilegal, pero el Gobierno hace la vista gorda a estas prácticas. Se utilizan todas las razas de perro para la carne, incluyendo mascotas robadas y perros abandonados. Se encierran en jaulas pequeñas y mugrientas, se les dan alimentos podridos y desperdicios que no son aptos para el consumo, se les niega espacio para el ejercicio y no se les protege de las condiciones climáticas extremas. Ni siquiera pueden sentir el suelo bajo sus patas, ya que están encerrados en jaulas de alambre, elevadas del suelo.
Los perros son sacrificados con los métodos más brutales y dolorosos, a menudo delante de otros perros que miran atemorizados por sus vidas. Son golpeados, apuñalados, ahorcados, asesinados, arrojados en cacerolas de agua hirviendo, desollados, electrocutados o quemados por soplado – a menudo mientras todavía están vivos. Un número creciente de surcoreanos y chinos desaprueban estas torturas inhumanas, que tienen que parar.
Por supuesto, no son solo los perros que sufren nuestra crueldad. La Compasión no debe tener fronteras. Pedir el fin al tratamiento bárbaro de perros, focas y ballenas no significa que esté bien tolerar la matanza masiva de cerdos, vacas y pollos. Los seres humanos matan a 6 millones de animales terrestres y 120 millones de animales marinos cada hora para sus llamadas «necesidades». Eso son muchos animales y mucho matar. De hecho, en una semana, eso hace más matar que todas las muertes en todas las guerras de la historia humana.
Ya es hora de dar un paso más hacia la civilización y extender el círculo de nuestra compasión a los 8 millones de especies que son nuestros co-ciudadanos en este planeta.