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La reencarnación no es el renacimiento de un yo (final)

En términos convencionales podemos hablar de una conciencia “individual”, a pesar de que el individuo no existe como entidad aislada. El hecho de que esta entidad discontinua no se transfiera de una vida a la siguiente no implica que no pueda haber una continuidad de funcionamiento y una historia en particular.

Que el yo tenga una existencia real no evita que una corriente en particular de consciencia tenga cualidades que la distingan de otra corriente. El hecho de que no haya un bote flotando corriente abajo por el río no evita que el agua esté llena de barro, contaminada por una fábrica de papel o limpia y cristalina. El estado del río en cualquier momento dado es el resultado de su historia. Del mismo modo, una corriente individual de consciencia está marcada por todas las huellas resultantes de pensamientos positivos y negativos así como por todas las acciones y palabras surgidas a partir de estos pensamientos. Lo que intentamos hacer con la práctica espiritual es purificar el río de manera gradual.

El estado extremo de claridad completa es lo que llamamos realización espiritual. En ese estado se han disuelto todas las emociones negativas y todas las obscuraciones que tornan invisible la sabiduría subyacente. No se trata de aniquilar el yo, que en realidad nunca ha existido, sino simplemente de descubrir su impostura. De hecho, si el yo realmente poseyera cualquier tipo de existencia intrínseca, jamás seríamos capaces de llevarla de la existencia a la no existencia.