Imaginar la felicidad como la satisfacción de todos nuestros deseos y pasiones es confundir la aspiración legítima de sentirse realizado con una utopía que inevitablemente lleva a la frustración.
Entre las formas torpes, ciegas y extremas en las que intentamos alcanzar la felicidad, la más estéril de todas es el egoísmo.
Incluso si mostramos todos los signos externos de felicidad, nunca podremos ser verdaderamente felices si nos desvinculamos de la felicidad de los demás.