La preservación de nuestro medio ambiente es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. El futuro de las generaciones futuras está en nuestras manos. Es preciso señalar, que la presencia de un medio ambiente sano contribuye remarcablemente al bienestar individual. En su libro Une écologie du bonheur (La ecología del bienestar), Eric Lambin, profesor de la universidad de Louvain y de Stanford, presenta una síntesis de numerosos trabajos que muestran que a pesar de las contingencias de la vida moderna, seguimos estando íntimamente unidos a la naturaleza (1).
El físico esloveno Aleksander Zidansek, descubrió una correlación positiva entre la satisfacción de la vida -subjetiva- de los habitantes de un determinado país y el índice de resultados ambientales del mismo (2). También demostró que la taza de emisión de dióxido de carbono de un país es inversamente proporcional al bienestar de sus ciudadanos.
Por otro lado, E.O. Wilson, el padre de la socio biología, habla de “biofilia” y constata a qué punto el hombre tiene una afinidad emocional innata con los demás seres vivientes, con el mundo vegetal y con los paisajes naturales. Dicha relación inmemorial con la naturaleza, que está profundamente integrada en nuestra constitución biológica, ha sido el objeto de investigaciones científicas muy interesantes. Por ejemplo, cuando se presentan fotografías de paisajes diversos a distintas personas, se observa que las fotografías más apreciadas son aquellas que representan paisajes de vastas sabanas verdes recubiertas por pequeños bosques y por zonas acuíferas (3).
Es sorprendente observar como dicha preferencia se manifiesta sin importar el origen geográfico de las personas interrogadas, incluso en el caso de los esquimales que nunca han visto tales paisajes!. Sus reacciones se explican sin duda debido a que para nuestros ancestros provenientes de las regiones subsaharianas, los lugares elevados con una vista despejada y algunos árboles para resguardarse, ofrecían un punto de vista ideal para vigilar a los depredadores que temían y a las presas de las cuales se alimentaban. El aspecto verde evoca la abundancia de puntos de agua y las condiciones favorables a la supervivencia. La contemplación de dichos paisajes engendra en la mayoría de nosotros un sentimiento de paz, de seguridad y de satisfacción.
Un estudio publicado en la revista Science por el geógrafo norteamericano Roger Ulrich muestra igualmente, que después de una intervención quirúrgica los pacientes en convalecencia se recuperan mejor cuando su habitación de hospital tiene vista hacia un paisaje natural –un parque o un lago- y menos cuando tiene vista hacia un muro de ladrillos o hacia un edificio. En promedio, los primeros salen del hospital un día antes que los segundos, y se caracterizan por requerir menos medicamentos anti dolor y por ser pacientes más agradables, según afirman los enfermeros (4).
De la misma manera, se observó en una prisión de Michigan, que los prisioneros cuya celda tenía vista a un patio interno, recurrían a los servicios médicos con una frecuencia 24% mayor que los prisioneros cuya celda tenía vista hacia un paisaje campestre (5).
(1) Lambin, E. (2009). Une écologie du bonheur (La ecología del bienestar). Ediciones Le Pommier. Eric Lambin divide su tiempo entre el Centro de Investigación sobre la Tierra y el Clima George Lemaître, la Universidad católica de Louvain y la School for Earth Science de la universidad de Stanford en California.
(2) Zidansek, A. (2007). Sustainable development and happiness in nations. Energy, 32(6), 891–897. Citado por Lambin, E. (2009). Op. cit., p. 38.
(3) Kellert, S. R., & Wilson, E. O. (1995). The biophilia hypothesis. Island Press.
(4) Lambin, E. (2009). Op. cit., p. 51.
(5) Ulrich, R. (1984). View through a window may influence recovery. Science, (224), 224–5. Citado por Lambin, E. (2009). Op. cit., p. 52.