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La ciencia del despertar

¿Cómo debería llevar adelante mi vida? ¿Cómo debería vivir en sociedad? ¿Qué es conocible? Estas tres preguntas han sido un interrogante a través de los años.  Idealmente, nuestras vidas deberían llevarnos a un sentimiento de plenitud, así no tendríamos arrepentimientos en el momento de morir. La vida en sociedad debería inspirarnos un sentido universal de responsabilidad. El conocimiento debería enseñarnos sobre la naturaleza del mundo que nos rodea y sobre nuestras propias mentes.

Las mismas preguntas yacen en el corazón de las prácticas de la ciencia, la filosofía, la política, el arte, el trabajo social y la espiritualidad. Compartimentar artificialmente estas actividades, como tan a menudo ocurre en nuestras vidas hoy en día, nos guía inevitablemente a perspectivas muy reducidas.  Sin una sabiduría que abreve en el altruismo, la ciencia y la política son espadas de doble filo, la ética es ciega, las emociones se descarrían y la espiritualidad se convierte en un autoengaño.

La principal diferencia entre la búsqueda del conocimiento en la ciencia y el budismo son sus objetivos últimos. En el budismo, el conocimiento es adquirido esencialmente para propósitos terapéuticos. El objetivo es liberarnos a nosotros mismos del sufrimiento causado por nuestro apego injustificado a la realidad aparente del mundo exterior y por nuestra esclavitud a los egos individuales, que imaginamos residen en el centro de nuestro ser. El budismo es básicamente la ciencia de la iluminación.

Hay muchos signos de éxito en la vida contemplativa. Pero el más importante es que luego de unos pocos meses, o años, el egocentrismo ha disminuido y nuestro amor altruista ha aumentado. Si el aferramiento, el rencor, el orgullo y la envidia siguen tan fuertes como antes, entonces habremos desperdiciado nuestro tiempo.

El modo budista de ver el mundo nos permite trazar una lista de prioridades cubriendo nuestros objetivos y actividades, y así tomar control de nuestra vida. Sus análisis del mecanismo de la felicidad y el sufrimiento claramente muestra los divergentes resultados del egoísmo frente al altruismo.