El 28 de enero de 2015, el Parlamento francés adoptó definitivamente el proyecto de ley que enmienda el Código civil con el fin de reconocer el carácter de seres vivos y sensibles a los animales, y para armonizar de esta forma el Código civil (que constituye los fundamentos del derecho francés) con los Códigos penal y rural. Este último ya reconoce que los animales son seres sensibles, por medio del articulo L214 de la ley del 10 de julio de 1976, la cual especifica: “Al ser un sensible, todo animal debe ser ubicado por su propietario dentro de condiciones que sean compatibles con las necesidades biológicas de su especie”.
El 22 de enero, el Senado votó por la supresión de dicha enmienda que ya había sido votada en primera lectura en abril de 2014. En el momento del voto, Mohamed Soilihi (socialista – Mayotte), el senador que propuso la enmienda de supresión, declaró: “La noción de -seres sensibles dotados de sensibilidad- es puramente simbólica y no tiene efectos normativos”. Si la noción de “seres sensibles” fuera simplemente simbólica (lo cual es una proposición absurda que abre la vía a todo tipo de excesos y violaciones de los derechos de los demás), se podría pensar que dicho racionamiento también puede ser aplicado a los seres humanos, que son por supuesto seres sensibles. Cuando un ser sensible recibe una puñalada en vientre -aunque sea cabra o humano- el sufrimiento que siente no tiene nada de simbólico. Es terriblement real.
Vale la pena recordar que a nivel europeo existe una directiva de 2010, relacionada con la utilización de animales para la investigación científica, la cual estipula: “El bienestar animal es uno de los valores de la Unión europea”, y además “los animales tienen un valor intrínseco que debe ser respetado y […] por lo tanto deberían ser siempre tratados como criaturas sensibles”. La aplicación de ésta legislación se funda en el criterio del sufrimiento, ya que ésta directiva europea reconoce que el sufrimiento de los animales ha sido probado científicamente.
En 2002, Alemania se convirtió en el primer país de la Unión europea en incluir los derechos de los animales dentro de su Constitución y justo después varios países hicieron lo mismo, instaurando la protección de los animales dentro de su texto fundador, lo cual se convierte entonces en un deber del Estado.
Las leyes de Austria son las más avanzadas en este campo. La Constitución estipula que “El Estado protege la vida y el bienestar de los animales puesto que cohabitan con los seres humanos”. Según la Ley de los animales, es prohibido matar a un animal sin una razón válida, o retenerlo con el fin de utilizar su piel, o tener o utilizar animales en un circo (excepto animales domésticos), incluso si es con fines sin ánimo de lucro. Esta misma ley estipula que cada provincia debe remunerar a los abogados especialistas en derecho animal, quienes están habilitados para intervenir en todo proceso relativo con la protección de los animales. En lo que concierne a la Ley de experimentación animal, ésta prohíbe la experimentación con grandes simios, excepto si la experiencia es realizada para el bienestar de los simios involucrados.
Los animales salvajes y libres no le pertenecen a nadie. Son llamados « res nullius », es decir, “propiedad de nadie”. Esto lleva al ser humano a considerar que como el animal salvaje no tiene dueño, puede apropiárselo cazarlo, capturarlo, etc…, olvidando que el animal salvaje pertenece únicamente a sí mismo.
La cuestión principal resulta ser muy personal: “¿Deseamos continuar la explotación de los animales a pesar de que genera su sufrimiento y su muerte?”. Es importante adoptar una voluntad de reforma, más que un cambio radical. De esta manera, se participa en el lento proceso de evolución de la mentalidad colectiva. Como es imposible modificar nuestro estilo de vida y nuestros hábitos alimenticios por decreto y de un día para otro, podemos proceder por etapas, introduciendo “protecciones” contra las prácticas más crueles realizadas con animales.
Es importante que nos cuestionemos individualmente: “¿Deseo vivir a costa del sufrimiento de otros seres sensibles?, ¿deseo continuar divirtiéndome con su dolor y tomar el entretenimiento como excusa para matar animales salvajes?”. Todos somos responsables y estamos implicados en el proceso evolutivo y social de la protección de los animales, que son nuestros conciudadanos en este planeta.