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Entregan el premio mundial de alimentos a Monsanto & Co: ¡Que farsa!

El 17 de octubre se entregó el premio mundial de alimentos «World Food Prize» presentado falsamente como el «Premio nobel de los alimentos». Se otorgó al Vicepresidente de Monsanto y miembro fundador del grupo Syngenta y a Marc Van Montagu, la parte belga del poderoso lobby europeo en favor de los transgénicos (European Federation of Biotechnology). Esta presentación es como darle el Premio Nobel de la Paz a los fabricantes de armas. También hay un conflicto de interés obvio ya que Monsanto y Sygenta están entre los que financiaron el World Food Prize (Monsanto donó 5 millones de dólares estadounidenses hace algunos años).

Monsanto, en particular, ha personificado el egoísmo institucionalizado durante casi un siglo. Más conocido por ser el líder mundial en semillas modificadas genéticamente (OMG), la empresa con sede en 47 países es una gran contribuyente a la expansión masiva de monocultivos. Ejerce un control estricto sobre los agricultores a los que vende semillas los que no pueden volver a usarlas de un año al siguiente.

Algo que se sabe menos de la empresa es que, desde su creación en 1901, ha sido una de los mayores fabricantes de químicos altamente tóxicos, incluidos los PCB que han contaminado todo el planeta, desde el Ártico hasta la Antártica, y el infame agente Naranja usado durante la guerra de Vietnam. Miles de personas han muerto a causa de estos productos que contienen dioxinas.

Durante décadas Monsanto ha ocultado y negado los efectos dañinos de estos productos para la salud humana hasta que una serie de estudios revelaron esta ofensa. Actualmente Monsanto se presenta como una empresa de «ciencias biológicas» interesada en el «desarrollo sustentable».

«Integridad, transparencia, diálogo, compartir y respeto» son los valores proclamados en el Estatuto de Monsanto en 2005. ¿En serio? Como anunció inicialmente Monsanto, «Ronda» su herbicida milagroso puede usarse «de forma segura» en lugares donde juegan niños y mascotas, ya que se descompone en ingredientes naturales». Desde entonces la empresa ha sido condenada en varios países por publicidad engañosa.

En su libro y documental llamado «El mundo según Monsanto», Marie-Monique Robin, una periodista francesa distinguida con el premio Albert de Londres, informó los resultados de una investigación meticulosa llevada a cabo en todos continentes. En Argentina, en particular, donde Roundup es normalmente descargado desde aviones sobre grandes plantaciones de soja, se han reportado muchos casos de intoxicación humana, algunos con consecuencias letales. En los Estados Unidos documentos desclasificados han mostrado que los laboratorios que trabajan bajo el alero de Monsanto tienen registros secretos que revelan la toxicidad de Roundup para los animales. Desde entonces, una serie de estudios científicos han vinculado su uso con un aumento de ciertos tipos de cánceres en los Estados Unidos, Canadá y Suecia

Respecto a los transgénicos mismos, en los Estados Unidos, más del 90% del maíz, judías y algodón crecen de semillas genéticamente modificadas cuyas patentes son propiedad de Monsanto. Monsanto controla sus semillas con puño de hierro y ha interpuesto incontables demandas judiciales contra agricultores y pequeñas empresas que han reutilizado las semillas de Monsanto de un año al siguiente. La sentencia más dura dictada contra un agricultor lo condenaba a pagar $3 millones de dólares estadounidenses, y el nivel promedio de multas alcanzó los $380.000, lo suficientemente alta para arruinar a un agricultor. La peor parte es que si usted posee una granja junto a otra en la que se usan las semillas Monsanto y, si por alguna casualidad una semilla llega a su terreno debido al viento o traída por los pájaros, Monsanto lo demandará para reclamar regalías

«Como empresa agrícola y tecnológica comprometida con los derechos humanos, tenemos una oportunidad única de proteger y hacer progresar los derechos humanos» Eso dice Hugh Grant, el actual presidente de Monsanto. Mediante la destrucción de la biodiversidad, las habilidades y métodos agrícolas sustentables locales, las tecnologías utilizadas por Monsanto y empresas similares socavan la capacidad de las naciones de alimentarse a sí mismas.

Esto es lo que ocurrió en Sudamérica y lo que puede ocurrir pronto en África. Antes de la llegada de las semillas transgénicas, Argentina cultivaba una variedad de cereales (maíz, trigo, sorgo), semillas oleosas (girasol, cacahuete, soja) además de verduras y frutas. La producción lechera estaba tan desarrollada que la gente hablaba de la región como una «piscina de leche». Hoy, algunas áreas de Argentina como la provincia de Santiago del Estero, tienen una de las tasas de deforestación más altas del mundo. Los bosques con una biodiversidad rica están dando paso a monocultivos de soja. Los trabajadores locales han perdido su empleo y su fuente de ingresos. Las grandes empresas a menudo expulsan a los pequeños agricultores de su tierra por la fuerza

En el corto plazo, el cultivo intenso de la soja transgénica ha ayudado a Argentina a emerger de la bancarrota, debido a que los impuestos del gobierno argentino sobre los cereales y aceites representan el 30% del presupuesto nacional. Pero los daños a largo plazo son de una magnitud difícilmente concebible. El uso intensivo de Roundup tiende a crear terrenos yermos, ya que mata todo excepto las semillas de soja transgénica. Miles de especies de microorganismos que dan vida a la tierra desaparecerán. En términos de salud, los doctores locales han observado un aumento significativo de anormalidades en la fertilidad, tales como pérdidas o muerte fetal temprana, y muchos otros problemas en las aldeas que son sujetas con mayor frecuencia al rociado aéreo masivo del insecticida.

Mientras tanto, India está cediendo bajo el alto precio de las semillas de algodón «Bt» de Monsanto y de los fertilizantes que van con ellos. Los agricultores se han sumido en deudas. Cuando los precios de venta de sus cosechas caen, muchos jefes de hogar cometen suicido tragándose el insecticida o fertilizante, el mismo veneno que causó su ruina. El periódico Hindu Times reportó 270.840 casos de suicidios de agricultores en la India desde 1995. Monsanto niega que exista una relación entre los suicidios y la introducción del algodón Bt, pero los agricultores y las ONG comunitarias de la India no creen eso. Vandana Shiva, ganadora del Premio Nobel Alternativo en 2003 y nombrada por el periódico británico The Guardian como una de las cien mujeres más destacadas del mundo, ha protestado contra dichas prácticas que estén en la raíz de tantos actos de desesperación en la India.

En 2007, Navdanya, la Fundación de Vandana Shiva lanzó una campaña llamada «Seeds of Hope» (semillas de esperanza) en contraposición con el título del libro de V. Shiva titulado «Seeds of Suicide» (semillas del suicidio). Ella pide un regreso a las semillas orgánicas que los agricultores puedan reutilizar en el transcurso de los años. Ella aboga por una transición de la agricultura química a la agricultura orgánica, y por la eliminación del comercio injusto basado en precios artificiales. Según su experiencia en terreno, ella cree que los agricultores que siguieron este modelo ahora ganan diez veces más que los agricultores que cultivan algodón Bt

Para abordar el hambre el mundo y alimentar a 9 o 10 mil millones de personas en 2050, es sabio invertir en agricultura verde y no en el uso de manipulaciones genéticas caras que amenazan la biodiversidad y a los agricultores por la avaricia de las corporaciones multinacionales. La tolerancia del gobierno y la proliferación de estas patentes ocultan las manipulaciones de estas multinacionales que usan la globalización solo para su propio beneficio. En cambio, una globalización basada en la solidaridad y la comprensión de la interdependencia de los seres vivos y su ecosistema pueden engendrar mejor una cooperación estrecha para el bien de todos.

Lectura recomendada: Marie Monique Robin. The World According to Monsanto (2011).