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En el 2018 seamos altruistas. Quizás sea lo que nos salve

Mr3666

Para poder preocuparnos por los demás de verdad, debemos tener muy en cuenta y seriamente a las generaciones futuras.

En 2018, ser altruista es lo que podría salvarnos a nosotros y a nuestro planeta.

La mayoría de las veces, la mayoría de los 7 mil millones de seres humanos nos comportamos decentemente el uno hacia el otro. Siempre hay algunos horrores violentos sucediendo en el planeta, sin embargo, estos son desviaciones trágicas de lo que constituye el tejido de nuestra vida cotidiana, que es la banalidad de la bondad. El hecho de que sean anomalías y aberraciones alimenta su aparición en los titulares. Esto no debe llevarnos a caer en el «síndrome del mundo malo». La evolución humana nos ha cableado para prestar especial atención y reaccionar ante los peligros potenciales. Pero la gran mayoría de las interacciones humanas son constructivas y no destructivas.

Contrariamente a la creencia popular, la violencia ha disminuido durante siglos. Durante el siglo XIV, en Europa, ocurrían 100 asesinatos por cada 100,000 habitantes. Hoy, esa cifra se ha quedado en 1. En otras palabras, la probabilidad de ser víctima de un asesinato en Europa es 100 veces menos probable hoy de lo que era en el siglo XIV. Esto es cierto también para todas las otras tendencias relacionadas con la violencia. Por poner otro ejemplo, en los Estados Unidos, la explotación y el abuso de menores se ha reducido a la mitad en los últimos veinte años.

Se han logrado otras muchas formas de progreso. En los últimos veinte años, gracias a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas, la cantidad de personas que viven bajo el umbral de pobreza ha disminuido de 1.5 billones a 750 millones. Aunque todavía son demasiados, esa cifra continúa disminuyendo.

Aunque algunos estudios científicos han demostrado una capacidad para comportarse de manera deplorable, tenemos, desde la infancia, una predisposición natural mucho más fuerte que los animales a la cooperación por encima de la competencia. De hecho, desde la edad de un año, los bebés claramente prefieren personas altruistas por encima de aquellas que demuestran hostilidad hacia un tercero.

Por eso, el egoísmo no nos servirá si queremos lograr a los retos del siglo XXI. Nos enfrentamos a tres tipos de retos. A corto plazo, debemos garantizar nuestra supervivencia y prosperar lo mejor que podamos. En el medio plazo, esperamos lograr nuestras aspiraciones más preciadas y llevar vidas que valgan la pena. A largo plazo, un nuevo desafío se presenta a toda la humanidad: hace solo 10.000 años, con una población de aproximadamente 5 millones de humanos en la Tierra, apenas podíamos dañar nuestro planeta. Hoy somos 7 mil millones y poseemos tecnología que es infinitamente más poderosa. Por primera vez en nuestra existencia, tenemos la capacidad exponencial de afectar las condiciones de toda clase vida en la Tierra. Bienvenido al Antropoceno: la primera era geológica en la que los humanos se han convertido en el principal factor que influye en el cambio climático planetario. Pero si este enorme poder no se asocia con la misma magnitud de preocupación por los demás, nos llevará a la sexta mayor extinción de especies desde la aparición de la vida en la Tierra, la quinta fue la de la extinción de los dinosaurios.

Además de algunos chiflados, y chiflados existen, como sabemos, la mayoría de nosotros aspiramos a un mundo mejor. Para lograr esto, necesitamos un concepto que unifique nuestros objetivos para el corto, medio y largo plazo. Es esencial para los científicos ambientales, los responsables de la toma de decisiones que influyen en el destino de la sociedad y las personas interesadas en el corto plazo (y aquellos que se preocupan por el rendimiento de sus inversiones financieras) para poder sentarse en una misma mesa y trabajar juntos para diseñar un mundo mejor. Para hacer esto necesitarán un concepto unificador. El más pragmático de todos es el altruismo: si comenzamos con la preocupación por los demás, avanzaremos hacia una economía de solidaridad positiva (que debería estar al servicio de la sociedad y no al revés). Si comenzamos con la preocupación por los demás, elaboraremos reformas de justicia social para reducir las desigualdades que han aumentado en países ricos; pero especialmente, si comenzamos con la preocupación hacia los demás, realmente cuidaremos de las generaciones futuras. Como Martín Luther King, Jr. nos recuerda, en el amanecer de este nuevo año : «Cada uno de nosotros tiene que decidir si quiere caminar en la luz del altruismo creativo o en las tinieblas del egoísmo destructor«.