Dalai Lama describe a menudo el budismo por ser, sobre todo, una ciencia de la mente. No sorprende, porque los escritos del budismo ponen un énfasis especial en el hecho de que todas las prácticas espirituales -mentales, físicas y orales- están directa o indirectamente dirigidas a transformar nuestra mente. De todas formas, y tal y como escribe el maestro Mingyur Rinpoche escribe: ‟Desgraciadamente, uno de los principales obstáculos al que nos enfrentamos cuando intentamos examinar nuestra mente es una férrea y a menudo desconocida convicción de que «hemos nacido como somos y no podemos cambiarlo».” La verdad es que el estado que consideramos ‟normal” es un punto de partida y no el objetivo que debemos marcarnos. ¡Nuestra vida vale mucho más que eso! Poco a poco, es posible llegar a un punto ‟óptimo” de bienestar.
Tras la liberación de la política francesa-colombiana Ingrid Betancourt, secuestrada mientras hacía campaña en Colombia, se le preguntó a un renombrado psicoanalista francés: ‟¿Una reclusión de seis años en condiciones extremas pueden cambiar la personalidad de una persona?” Su respuesta fue: ‟No. La personalidad permanece inalterable a los 25 años de edad.” ¡Personalmente, fue aproximadamente a esa edad cuando empecé a cambiar! Y éste era el caso de la mayoría de los profesionales de la meditación que tomaron parte en la investigación: empezaron a cambiar en el momento en que se comprometieron seriamente en el proceso de entrenar la mente a través de la meditación.
¿Hasta qué punto podemos entrenar nuestra mente para que funcione de forma constructiva, para que reemplace la obsesión con alegría, agitación con calma y odio con amabilidad? Hace 20 años, la mayoría de los neurocientíficos aceptaba que el cerebro tenía un número inalterable de neuronas desde el nacimiento y que este no variaba con la experiencia. Ahora sabemos que se producen nuevas neuronas hasta el momento de la muerte y hablamos de neuroplasticidad, un término que tiene en cuenta el hecho de que el cerebro evoluciona de forma continua en relación a nuestra experiencia y que un entrenamiento particular como aprender a tocar un instrumento musical o practicar un deporte puede provocar un gran cambio. La consciencia focalizada, el altruismo y otras cualidades básicas humanas pueden ser cultivadas de la misma forma y podemos adquirir las herramientas que nos permitan hacerlo.
Una de las grandes tragedias de nuestro tiempo es que subestimamos en gran medida nuestra capacidad de cambio. Nuestra personalidad continuará mientas no hagamos nada para mejorarla y mientras aceptemos y reforcemos nuestros hábitos y patrones. Pensamiento a pensamiento, día tras días, año tras año.