Durante una reciente reunión preparatoria para la conferencia sobre «Altruismo y compasión en la economía» del Mind and Life Institute (a celebrarse el próximo abril en Zúrich, véase www.compassionineconomics.org), tuve la oportunidad de pasar algo de tiempo con Daniel Batson, un eminente psicólogo estadounidense a quién quería conocer desde hace varios años.
A Daniel Batson puede acreditársele el haber demostrado que el altruismo genuino realmente existe. Aunque a muchos esto puede parecerle obvio, ciertamente no forma parte de la psicología occidental convencional, en la cual predomina la perspectiva del egoísmo universal. De acuerdo a esta última perspectiva, cualquier comportamiento aparentemente altruista debe estar impulsado por algún tipo de motivación egoísta: «rasca a un altruista y verás sangrar al hipócrita».
En efecto, muchas personas adoptan un comportamiento aparentemente altruista motivados por el deseo de obtener recompensas materiales o sociales, para evitar castigos materiales, sociales o autoinfligidos (la culpa, por ejemplo), para reducir la angustia ocasionada por ser testigo del sufrimiento de otras personas o simplemente porque «hace bien». Sin embargo, también hay una perspectiva alternativa según la cual tanto la motivación como el comportamiento son genuinamente altruistas.
Daniel Batson define la preocupación empática como un estado mental orientado hacia el otro y producido por una valoración intrínseca del bienestar del otro y la percepción de que el otro está necesitado. Este tipo de preocupación empática produce una motivación altruística, que es un «estado de motivación cuya meta definitiva consiste en aumentar el bienestar de otra persona». Ésta es la «hipótesis de la empatía-altruismo» propuesta por el profesor Batson.
Daniel Batson y sus colaboradores han llevado a cabo más de treinta y cinco experimentos que prueban la hipótesis de la empatía-altruismo en relación con las diversas alternativas egoístas mencionadas anteriormente.
La única deducción razonable de estos experimentos parece indicar que la hipótesis de la empatía-altruismo es verdadera y que el repertorio de las motivaciones humanas no se limita al egoísmo (interés en uno mismo).
