Lo siguiente es una carta que escribí en Suiza a petición reiterada de Emmanuel Tagnard, un periodista religioso de Radio Télévision Suisse, que recolectó cartas para el Papa de personas en diferentes etapas de un viaje que tomó a pie desde Suiza a Roma. Fue parte de una serie de diecisiete cartas al Papa que recogió en cada etapa de un viaje que emprendió a pie desde Suiza a Roma. Emmanuel reunió estas cartas en un libro, Très Saint Père: Lettres ouvertes au pape François, que luego ofreció al Papa.
Su Santidad,
No soy más que un humilde monje budista y no poseo ni las más mínimas cualidades que justifiquen que se tome unos minutos de su precioso tiempo para leer esta carta. Me gustaría ofrecerlo como un homenaje, como una flor enviada desde el otro lado de los prados del Himalaya donde normalmente resido.
Rindo homenaje a la determinación y la perseverancia con las que apoya a aquellos en nuestro mundo que están más desfavorecidos, descuidados, marginados y perseguidos.
También rindo homenaje a sus repetidos llamamientos para que cesen los conflictos sin sentido que conducen a la muerte innecesaria de tantos seres humanos. Como tantas veces señalaste y como Buda dijo, «El odio no cesa por el odio, solo por el amor».¿Cómo podría haber una guerra justa? ¿Cómo podría haber una guerra santa?
Debemos declarar la guerra a la guerra misma. Como usted a menudo nos recuerda, debemos encontrar dentro de nosotros la firme determinación de resolver los conflictos mediante el diálogo, no por debilidad, sino porque es la única forma de establecer una paz genuina. El desarme externo debe comenzar con el desarme interno; paz exterior, con paz interior.Con demasiada frecuencia, la religión se utiliza como una bandera de reunión para dividir a las personas. Es importante reconocer que, a pesar de nuestras diferencias teológicas y filosóficas, en esencia todas las religiones predican un mensaje de amor. No hay profeta, santo o sabio que haya comenzado predicando el odio hacia nuestro prójimo.
El 14 ° Dalai Lama del Tíbet ofrece cuatro formas de promover la armonía entre las principales religiones de este mundo:
– Asegurar que los teólogos y representantes calificados de estas religiones se reúnan para comprender mejor los puntos fundamentales en el corazón de otras religiones, a fin de evitar puntos de vista distorsionados.
– Animar a los contemplativos a reunirse e intercambiar puntos de vista sobre lo que constituye la esencia de sus prácticas, lo que les permite descubrir lo que los une en el nivel más profundo de su camino espiritual.
– Inspirar a los representantes de las principales religiones para que vayan juntos en peregrinaje a cada uno de sus lugares sagrados. Lugares visitados para experimentar el corazón de cada religión, donde no traemos sentimientos negativos que habitan en nuestra mente.
– Reunir regularmente a los patriarcas de las principales religiones del mundo como lo hizo el Papa Juan Pablo II en 1986. Pero esta vez, no solo para orar juntos, sino para que puedan conocerse, apreciarse y respetarse mutuamente mejor, para que en el futuro puedan consultar entre sí cuando surgen dificultades o conflictos por motivos de división religiosa. Por lo tanto, permítanme concluir esta humilde carta deseándoles una larga vida para que puedan continuar difundiendo el amor y la compasión al servicio de aquellos que más lo necesitan en este mundo.
Respetuosamente suyo, Matthieu Ricard