Después de oír el testimonio de Wilbert Rideau (ver «Perdonado para hacer el bien”), vi una entrevista de la CNN conducida por Piers Morgan a un pastor evangelista popular e influyente en Estados Unidos.
En la entrevista, parecía ser una persona buena y siempre sonriente. El pastor dijo que no tenía casi recuerdos de haberse enojado alguna vez, algo que es muy bueno. Piers Morgan le preguntó luego sobre su opinión sobre la pena de muerte y las ejecuciones estaduales. Visiblemente incómodo, el pastor intentó evadir el tema con frases vagas, como: «No lo sé» y «No he reflexionado lo suficiente al respecto».
Un tanto sorprendido, el entrevistador Morgan destacó que uno se esperaría que un pastor que pasa su tiempo dando consejos morales a cientos de miles de personas tenga alguna idea sobre un tema moral tan crucial. Pero el pastor continuó evadiendo la pregunta: «Hay personas más inteligentes que yo que han hecho las leyes», respondió. La sonrisa se estaba deformando y los ojos la contradecía. Luego, el pastor intentó otra cosa: «Me inclino a dar a las personas una segunda oportunidad, pero también tienen que enfrentar las consecuencias de sus acciones».
Hemos visto lo que «dar una segunda oportunidad» puede hacer en el caso de Wilbert Rideau. Pero no confundamos el tema: se trata de matar. ¿Por qué matar para demostrar que matar está mal? Para alguien que predica los Diez Mandamientos, justificar una práctica de este tipo y luego negarse a condenarla es una terrible falta de coraje y compasión.