Todo ser tiene el potencial de la perfección, al igual que cada sésamo se impregna con aceite. La ignorancia, en este contexto, significa desconocer ese potencial, como un mendigo que no sabe que hay un tesoro enterrado debajo de su choza.
La actualización de nuestra verdadera naturaleza, la obtención de ese bienestar oculto, nos permite vivir una vida plena de sentido. Es la manera más segura hallar serenidad y dejar florecer el verdadero altruismo.