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La empatía y el cultivo de la compasión

La empatía es sentir lo que otros están experimentando y resonar con ellos. Cuando conocemos a alguien lleno de alegría, también experimentamos alegría. Lo mismo se aplica al sufrimiento; por medio de la empatía experimentamos el sufrimiento que está padeciendo otra persona. Para la experiencia, estos sentimientos empáticos son similares a la alegría real y el sufrimiento real. Por lo tanto, cuando una persona empática está confrontada constantemente con el sufrimiento de otros, se afecta continuamente por esos sufrimientos. Vemos que esto le ocurre a los cuidadores más dedicados, como profesionales de la salud. Sus profundas experiencias de empatía los llevan o a ‟agotarse” (la incapacidad de lidiar con sentimientos de empatía), o a una evasión disfuncional de los sentimientos y emociones de los otros.

El último año, participé de un estudio de empatía y compasión en colaboración con la neurocientífica Tania Singer.  Examinamos el fenómeno de ‟fatiga de empatía” que está muy expandida en toda la comunidad médica. ¿Cómo puede un cuidador mantener el calor de la empatía y aún así mantener el coraje y optimismo necesario para ayudar a su paciente?

Los meditadores que participaron del estudio descubrieron que una manera de lidiar con este desafío de manera efectiva es cultivar amor y compasión incondicionales hacia la persona que está sufriendo. Esto es mucho más que simplemente resonar emocionalmente con la persona que sufre. El amor altruista, según el budismo, es una actitud que consiste en desearle felicidad a otros y encontrar las verdaderas causas de la felicidad. Y la compasión se define como el deseo de poner fin al sufrimiento de otros y las causas de ese sufrimiento. Tal amor altruista puede impregnar la mente para que uno no desee nada más que el bienestar de quienes sufren. La compasión no es nada más que el amor aplicado al sufrimiento. Tal amor y compasión pueden invalidar los sentimientos de angustia e impotencia que genera la empatía por sí sola y llevar a estados mentales constructives como el coraje compasivo.

Por lo tanto, un entrenamiento secular en compasión y bondad con amor podría permitirle a los trabajadores de salud atender mejor a los pacientes en sufrimiento sin experimentar el ‟agotamiento” debilitante que a menudo surge de la empatía sola.  También nos pareció que incluso aunque puede haber ‟fatiga de empatía”, no puede haber ‟fatiga de compasión”, dado que la compasión es esencialmente un estado mental íntegro y positivo, mientras que la empatía es sólo la herramienta que le permite a uno percibir correctamente el estado mental de otros.  Mientras más experimenta una persona la compasión y bondad con amor, más progresa hacia el bienestar auténtico, y se vuelve disponible para otros de manera incondicional.