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Una agradable conversación sobre la creatividad

Durante la reciente Cumbre de la Paz celebrada en Vancouver, cuyo invitado de honor fue su santidad el dalái lama, tuve la suerte de moderar un debate sobre la creatividad.

Murray Gell-Mann, premio Nobel de física por su descubrimiento de los quarks, explicó que a menudo los matemáticos o físicos pasaban mucho tiempo intentando formular y resolver un determinado problema sin conseguirlo. En algún momento se daban por vencidos y abandonaban por completo el pensamiento discursivo. En muchas ocasiones, cuando se encontraban en un estado no conceptual, la respuesta les venía a la mente de una forma muy creativa e inesperada. El matemático francés Henri Poincaré relata en sus memorias un famoso ejemplo de ello: tras varios meses cavilando acerca de un problema de matemáticas, un día que estaba en una expedición geológica, mientras bajaba las escaleras de un autobús, se le vino a la mente la solución con total claridad.

Nos contó también que un día, durante un partido de fútbol, un jugador atrapó de repente el balón con las manos y echó a correr con él. Así es como nació el rugby. Por lo tanto, añadió, a menudo la creatividad no proviene de jugar según las normas, sino de jugar con las normas.

A continuación, el escritor y maestro espiritual Eckhart Tolle nos contó que llevaba 20 años sin ver un partido de fútbol, pero que, según el resultado de algunas investigaciones, a la hora de lanzar los penaltis bajo la mirada expectante de toda la nación, los jugadores que lanzaban de inmediato al oír el pitido del árbitro fallaban más que los que se detenían un momento y reflexionaban antes de lanzar sin vacilación. «Lo que ocurre en ese momento de espera es que el jugador se adentra en sí mismo», explicó Tolle. «Es la expresión básica del proceso creativo. Se trata de una quietud con una profunda e intensa agitación».

Entonces Tolle matizó que si él, sin haber dedicado 10 000 horas a entrenarse en las matemáticas ni en el fútbol, decidiera esperar a que se le presentara la solución de un problema matemático, nunca la encontraría y que, sin duda, fallaría el penalti. Es decir, que la creatividad no conceptual, aunque sea sin esfuerzo, requiere sin duda un proceso de maduración y preparación exhaustivo y prolongado.

Tras un agradable intercambio conversacional sobre la naturaleza del cambio creativo, el conocido pedagogo británico Sir Ken Robinson comentó con ironía que le estaba costando «quitarse de la cabeza la imagen de Eckhart Tolle en un campo de fútbol preparándose para lanzar su penalti durante 10 000 horas». «Y encima, falla».

Toda la sala estalló en carcajadas.