Durante los últimos diez años, he tenido la suerte de pasar algunos meses cada año en una pequeña hermita en el Himalaya, en Nepal donde vivo.
Tanto durante el verano, la estación de lluvias, como durante las frías mañanas del invierno, en ocasiones se forma una neblina en el valle inferior.
También hay un monasterio sobre otra colina, a unos dos kilómetros de distancia.
Pero no es habitual que ocurra la combinación perfecta, y solo la he visto unas pocas veces a lo largo de los años.