Durante los últimos treinta años, cada vez más científicos han demostrado un genuino interés en la visión de Buda respecto a la mente y su relación con el cuerpo. Como resultado, algunas instituciones científicas, tanto de Estados Unidos como de Europa, han llevado a cabo algunas investigaciones.
Esta colaboración tiene dos propósitos: en primer lugar, sencillamente ampliar nuestro conocimiento, no solo sobre la materia, las partículas y las moléculas, sino también sobre la mente.
A veces les digo a mis amigos científicos: «Ustedes solo han investigado lo que puede detectarse en el mundo externo. Ahora están comenzando a investigar además la vida interna de la mente».
Por lo tanto, el primer propósito es ampliar nuestro conocimiento común. El segundo debería ser propiciar más felicidad a los seres humanos y proteger el medio ambiente.
A veces, los descubrimientos científicos han sido utilizados para destruir, es decir, para construir armas. Estas bellísimas investigaciones científicas, fuente del conocimiento, se utilizan para la destrucción. En estos casos, el conocimiento científico y la inteligencia conducen a desastres.
Algunas personas son brillantes desde el punto de vista intelectual, pero no obstante sufren mucha ansiedad y a veces acaban teniendo una crisis nerviosa. En consecuencia, para asegurarnos de que nuestra inteligencia sea completamente constructiva, necesitamos aumentar nuestra conciencia humana, educar el corazón y desarrollar un sentido de responsabilidad, un sentido de preocupación por el bienestar de los demás. ¿Comprendes?
Las tradiciones religiosas han enseñado estos valores humanos desde hace miles de años, pero a la mayoría de la gente no les ha influido realmente. Yo soy budista, de tal modo que, como es natural, considero a Buda como la encarnación de la sabiduría y la compasión. A pesar de eso, Buda no pudo inspirar a nadie. Por lo tanto, aunque Buda vino a India, él no pudo lograr llevar la paz a todo el país.
Con relación a otras tradiciones, por ejemplo, la tradición jaina, estas intentaron influir la carrera humana para lograr ser más compasivos y pacíficos, pero tampoco lo consiguieron. Durante los últimos miles de años, millones de personas se han beneficiado de estas tradiciones, pero la religión en sí misma no es suficiente. Eso es un hecho. Esta es la razón por la que he estado promoviendo la noción de «ética secular» para poder cultivar los valores humanos básicos, independientemente de las creencias religiosas.
Por ejemplo, India es un muy buen ejemplo de un país secular, el cual, conforme a su constitución, no es contrario a las religiones, pero no se asocia con ninguna religión en particular.
Un corazón más abierto brinda infinitos beneficios, incluso para la propia salud. No hay necesidad de concentrarse demasiado en la próxima vida. Es posible comprobar los beneficios inmediatos de un buen corazón, que brinda una mejor salud, y más serenidad, compasión y alegría. La fuente fundamental de todos estos beneficios es la compasión. Por lo tanto, esta extraordinaria inteligencia que tenemos no debe utilizarse solo para el desarrollo material.
En India, durante los últimos miles de años se han realizado muchas investigaciones con relación a todas las tradiciones basadas en la samadhi (concentración), el vipassana (conocimiento más profundo) y otras técnicas. Lógicamente, estos estudios han ofrecido muchas explicaciones sobre la mente y sus funciones. En consecuencia, existe mucho material dentro de estas tradiciones y mucha gente de todo el mundo los estudia. Debido a que la ciencia y la tecnología pueden conducir a ciertos usos peligrosos, con el fin de controlar estos usos es necesario equilibrarlos con otra fuerza que también deberá basarse en la ética secular. Eso es lo que yo pienso.
Por lo tanto, ahora nos reunimos en India por primera vez los monjes contemplativos y los científicos, lo cual me llena de felicidad.
Siempre he dicho que para nosotros, los budistas, India es nuestro gurú. Nosotros somos sus discípulos, los «chela». A veces también digo que nosotros somos unos «chelas» bastante buenos y confiables. Por lo tanto, a veces les digo a los indios —mitad en broma, mitad en serio— que debido a que tenemos una relación gurú-discípulo, cuando el «chela» enfrenta algunas dificultades, el gurú también tiene ciertas responsabilidades de ayudar al «chela».
Todo nuestro conocimiento nos llega de este país, de modo que me considero un mensajero del pensamiento indio antiguo, y durante mis viajes por el mundo intento hacer mi contribución por aquí y por allá. Obviamente, a veces es difícil comunicarse; sin embargo, donde quiera que vaya, siempre hablo de amor y compasión, valores que considero importantes y que pueden desarrollarse. India, actualmente mi maestro, mi gurú o mi jefe, si prefieres, debería cumplir un papel más activo en la promoción de la armonía religiosa y la no violencia, valores que se relacionan con el buen corazón. Realmente espero que esto suceda. En este tipo de reuniones en India es cuando expresamos nuestro deseo de continuar viéndonos. Por mi parte, como discípulo, es mi deber cumplir lo que el gurú quiera, o servirte a ti. Podré hacerlo mientras mi cuerpo permanezca activo, unos diez años más, quizás, en que tendré 85 años. Ayer vino un yogi, Iyengar, de 93 años. No sé si yo podré continuar tan activo como él cuando cumpla 93 años, pero mientras pueda servir de algo, estoy a tu disposición.